lunes, 8 de septiembre de 2008

Historia incompleta #17 Rescate (parte final)

Era hora de retomar el rescate, desde donde lo había dejado.

Corrí por aquellos pasillos, amplios y iluminados, hasta que tuve que parar en seco, alertado por unas voces tras una esquina. No pensaba llamar más la atención, si quería no volver a fracasar debía pasar desapercibido.

Observé, con cuidado, lo que había tras la esquina. Se trataban de dos científicos. No eran tan peligrosos como los soldados, y aunque estaban allí obligados, no podía pasarlos por alto, ya que con tal de conservar su vida, me delatarían. Y a esas alturas, yo ya no quería comprobar si eran "corruptibles" o no. Así que dí media vuelta y tomé otro camino, se trataba de un rodeo en toda regla, pero era más preferible.

Conseguí llegar a alguna parte -ya que no tenía ni puta idea de dónde me encontraba-, sin ser visto. De pronto oí de nuevo voces, muy cercanas, y para colmo observé en el reflejo de un cristal de la ventana de una puerta de metal, que un soldado se acercaba. Según mi agudeza auditiva, estaba atrapado. Por los dos extremos del pasillo en el que me encontraba, se aproximaban "malos". Mi opción fue, introducirme en la habitación que había detrás de la puerta, con la ventanita de cristal en su parte superior.

Cuando entré estaba todo oscuro, tan solo entraba luz por la ventana de la puerta. Me alejé un poco y vi como varios soldados se cruzaban. Seguramente estaban rondando los pasillos. Me alivié un poco al ver que se alejaban. Entonces me preocupé por el sitio en el que acababa de entrar. No se veía nada, así que busqué un interruptor de la luz o algo parecido. Fue entonces cuando me percaté de que la luz era sensible al movimiento. Fue moverme un poco más al interior, y decenas de luces halógenas, comenzaron a parpadear y a encenderse. Lo que a continuación vi fue terrible. Una escena espantosa. La sala, enorme, (al estar oscura parecía una habitación más chica) estaba llena de camillas como las de las autopsias, sin ir más lejos aposté por que aquello sería una sala de examinación post-mortem. Pero lo horrible no era estar en una sala así, lo espantoso era la carnicería que allí había. Las camillas, la mitad tapadas con mantas blancas ensangrentadas, contenían cuerpos humanos... o eso parecía, ya que algunos estaban deformados hasta tal punto, que lo único que hacía pensar que aquello antes había sido humano, eran los pelos de sus narices.

Algunos estaban rajados de arriba a abajo, o diseccionados, otros simplemente estaban despedazados, acribillados -supongo que por fallos en los experimentos-, o incluso había uno, al cual la cabeza parecía que le había estampado -dejando visible, la cantidad de sangre y fluidos perteneciente a ésta clase situaciones, allí sin recoger-. Por último, pude comprobar la presencia de varios "beast", muertos, en las camillas. Sin duda allí se realizaban los experimentos con las personas que atrapaban (renegados), con los que no seguían el sistema dentro de sus leyes, o simplemente con las personas que a ellos; "los poderosos", les diera la gana.

Por lo demás, la sala estaba completamente alicatada, con azulejos verdosos; provista de lavabos de aluminio y demás aparatos propios para una abducción.

No me apetecía quedarme mucho tiempo en aquella sala. Dirigí mi mirada hacia el fondo y pude observar otra salida, me aventuré a ver a dónde daba. Comencé a cruzar la sala por medio de las camillas. Despreocupado, mis pensamientos se ocuparon de tranquilizar mi ansiedad, por encontrar a Alicia viva.

Por un instante creí ver que una de las camillas se meneaba, pero llegué a la conclusión de que había sido una visión, seguí andando tras la experiencia. Entonces oí un ruido metálico, provenía de la misma camilla, la cual parecía a ver visto mover. Y ahora observándola con atención, verifiqué, que realmente se movía. Ésta camilla en especial estaba cubierta por una manta blanca, sin manchas de sangre. Lo que hubiera allí debajo estaba vivo...

La curiosidad mató al gato y que gran verdad, fui un incauto al arriesgarme -después de los visto-, acercándome a aquella camilla misteriosa. Pero mi sexto sentido, nuevamente, me palpitaba. Cuando me encontré a unos centímetros de la camilla, que seguía meneándose, levanté la mano, con intención de apartar la manta. Y tras varios segundos intensos de divagación, fue eso mismo lo que hice. La manta tardó en caer al suelo, mi mano volvió a su sitio habitual y mi mirada se clavó en la cosa que allí había debajo.

-¡Alicia! -dije sorprendido.

Se trataba de ella, estaba esposada a la cama -pies y manos-, y su boca la tapaba un esparadrapo. Le quité éste último.

Kevin! ¡Dios han dicho que volverían pronto y terminarían conmigo!

-¡¿Estas bien, te han echo algo?!

-Sí estoy bien, tan solo me han atado a ésta camilla, después de sacarme de aquel putrefacto calabozo, y bueno...

-¿Qué?

-Mark se volvió a aprovechar de mí...

-¡¡¿Ha abusado de ti?!!

-¡¡NO!! -se precipitó en decir-, ¡pero lo hubiera echo si nos hubieran dejado solos!

Golpeé la camilla, en la que Alicia estaba tumbada, con tal fuerza e ira, que le hice un bollo.

-¡Maldito hijo de puta, cobarde asqueroso, rata inmunda...!

-¡Ya basta! Estoy bien, ¿vale? -me intentó tranquilizar-. Lo importante es que me has encontrado, antes de que empiecen lo que querían empezar conmigo...

-Supongo que querrán experimentar contigo, en otras palabras, matarte..., tenemos que irnos de aquí.

-¿Qué te ha pasado en la frente?

-Una herida leve, no es nada -la miré mientras trataba de quitar las esposas.

-Me temo que no han dejado la llave aquí, Kevin.

-No pienso dejarte aquí, Alicia, ni de coña -miré alrededor y mis ojos se pararon justo en unas herramientas muy útiles-. ¿Para qué sera ésto? Parece un martillo...

-No quiero ni saberlo, intenta romperlas -comencé a pegarle golpes a las esposas, por la parte de la camilla, pero fue inútil-. ¡¡CUIDADO KEVIN!!

Distraido, me dí la vuelta y me dí de bruces con un "beast" vivito y coleando.

Continuará...

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