jueves, 23 de octubre de 2008

Kevin


El gran gobernador

Parásito

miércoles, 8 de octubre de 2008

Historia incompleta "Epílogo"

Una segunda vida, mejor encaminada, es lo que Michael; mi hermano, me había proporcionado inconscientemente. Nacida ésta idea, entre sus horrorosos celos hacia mí persona, todo, irremediablemente, había vuelto a su curso normal.

No puedes retener a una bestia con hilos tan finos como el papel de fumar. No puedes buscar y vivir una vida que no te pertenece. Es como tratar de ser un arquitecto sin haber hecho la carrera. Montones de lagunas y agujeros, aparecerán en tú camino.

Michael, fue traicionado por su propia ambición. Quiso ser más de lo que era, y el tiro le salió por la culata. Se creía un genio, y no pasaba de mero artesano.

No había tenido en cuenta que el parásito en vez de nacer, moriría. Mi cuerpo no era sano, estaba contaminado. Por pura casualidad había soportado, excepcionalmente, la contaminación. Pero el proceso que tenía que realizar el parásito, al ser un proceso no natural, estaba condenado... Y para terminar, en un auto reflejo, el parásito se llevó la vida de su creador por delante... Son las cosas que pasan, como cualquier otra cosa pudiera haber pasado.

Pero en medio de ese proceso recíproco (Michael me mata con el parásito, yo mato al parásito con la contaminación, y el parásito mata a Michael, inconscientemente), surgió una última revelación, que no hizo otra cosa más, a parte de abrirme los ojos y estimular mi memoria; mi verdadero "yo" quedó al descubierto.

Me había comportado como un niño bueno, después de la traición de mi hermano, creyendo que yo había sido siempre así...

Partiendo de mi nueva vida, que no tenía más principio que el momento cuando compartía mis falsas penas con John, todo había sido una gran mentira. Ni yo era un héroe de guerra, ni había luchado contra el mal, ni había tratado de ayudar a los inocentes... El verdadero hijo de puta, había sido yo. Todo había sido idea mía. Desde la idea de llegar al poder, hasta la idea de "los poderosos", pasando por la creación de algo parecido a los "beast", partiendo como base de cuerpos humanos, provenientes de renegados. Todo había sido idea mía, incluyendo las clonaciones de mi propio ser, para no perecer en el olvido...

Mi hermano simplemente había vivido bajo mi sombra, escuchando todos mis proyectos desde la perspectiva de un gran aliado, que aprovechó la más mínima y me borró la memoria antes de conseguir nada.

En cierta medida, me jode y me sorprende que fuera capaz de tener los cojones, y llevar todo hacia delante y ser el tremendo hijo de puta, que yo siempre quise ser. Sin embargo, ahora me alegro de que lo hiciera, pues me sirvió en bandeja (sin tener yo que hacer nada, haciendo todo el trabajo duro y sucio) todo lo que yo siempre soñé.

Gracias a él, pude despertar del sueño en el que me había metido, y retomar las riendas.

Ahora, sesenta años después, muchos de ustedes sabrán lo muy hijo de puta que he sido, me odiarán y querrán matarme. He sido incluso peor que mi hermano. Una vez recordé todo con aquella frase: "... hay una cosa que te borré y no te he contado... todo lo que he hecho..., todo lo que he llegado a hacer y a ser... fue idea tuya...", donde pisaba no volvía a crecer la hierba. He matado, quemado, abierto en canal, violado, contaminado... ¿Y por qué? Por pura diversión. No sabéis el placer que se siente, al saber que tienes el control, al saber que te temen, que hacen lo que les digas...

Yo no usé a representantes, como mi hermano, para que hablaran en mi nombre, y después tener que quitarlos del medio para que dejaran de hablar. El eufemismo "los poderosos" dejó paso a "el poderoso". Y los experimentos ahora si que verdaderamente comenzaron a funcionar, con mi sangre perfectamente fusionada con la contaminación.

Ahora que me muero, en mi lecho de muerte, puedo decir que quedo satisfecho de todo lo que he hecho, no me arrepiento de nada. ¡Que os jodan a todos! He sobrevivido y lo bueno de todo es que voy al infierno, si..., pero me recibirán con los brazos abiertos.

Nuestro mundo no esta cambiando; ha cambiado. Ya no es como antes; es mejor. Está inundado de hipocresía y corrupción, solo uno tiene el poder. Un poder con el que ha controlado todo y a todos.

Ese "uno" soy yo, Kevin..., bueno el último clon de él. El que ha recibido toda su información y memoria. Clonado a partir del clon que vivió la muerte del Kevin original, y su hermano.

Ha sido una vida intensa, pero aquí se acaba mi ciclo... ya no habrá más clones..., soy el último clon.

De lo único que estoy insatisfecho es el haber perdido a Alicia, antes de poder comenzar ha disfrutar de ella... Ella quizás hubiera podido encaminarme...

Mi historia queda incompleta, al no poder encontrar la cura para la muerte y poseer la vida eterna.

Le cedo el turno al siguiente hijo de perra...


Firma:
El Gobernador del mundo,
Kevin
Jones Smith

14/03/2099

martes, 7 de octubre de 2008

Visión térmica


Lo que se puede llegar ha hacer simplemente un día de inspiración e improvisando...

xD

Historia incompleta #32 "Suceso final"

Para sorpresa de "mi hermano", que fue el que me incitaba con aquellas frases de psicópatas, lancé los látigos hacia su cuello y lo elevé en el aire.

A partir de aquel momento todo era fácil, todo era sencillo. Podía dar fin a todo, con tan solo un apretujón. Con tan solo un poco de fuerza. Tenía entre "mis látigos" (que inverosímil suena eso) al asqueroso, cabrón e hijo de puta, que había liado todo. No obstante era mi hermano... mal momento elegí para entrar en un dilema moral.

Mi vida se había reducido, dentro de lo que recordaba, ha ser el compañero de la muerte. Cuantas batallas bélicas, cuantas familias destrozadas solo por ser del bando perdedor; y todo para nada. Nada había servido para conducirnos a un mundo mejor. Al contrario.

Pero la muerte de aquel cabrón significaba el fin del régimen, el fin de la encarcelación, el fin de la muerte de todos los inocentes, que el único error que habían cometido, era el haber nacido en aquel caos. Es decir, conseguiría, aunque suene irónico, lo que se supone que habíamos buscado con la guerra, la paz y el amor. Esa era la teoría.

Pero la gente cambia, y nunca sabes como reaccionar ante una nueva situación, hasta que la conoces. Y la venganza la conocía yo, demasiado bien. Matándolo, no solo no iba ha arreglar lo desarreglado, sino que además iba a pasar, automáticamente, a convertirme como él.

En medio de todo, un agraciado sentimiento surgió en mi interior. Aquel idiota, era la única familia que me quedaba, por muy cabrón que había sido, yo no era el apropiado para matarlo.

Me había hecho mucho daño, pero en aquellos instantes, no era la ira la que me invadía, era una sensación de vacío, de soledad. Una sensación de quedarme solo ante la tempestad y no saber cual es el camino...

No tuve huevos de matarlo...

Lo solté.

Comenzó a respirar con rapidez. Le faltaba el aire.

-No entiendo nada... ¡Pero ahora mismo me estas obedeciendo! ¡NO HE LLEGADO TAN LEJOS PARA FALLAR AHORA!

Los látigos se recogieron y volvieron a entrar al interior de mi cuerpo. Me quité el extraño casco y miré los ojos de mi hermano, quien también se había quitado el casco.

-Se acabó. No pienso seguir con ésto.

Me miró incrédulo, y con expresión de indiferencia.

-¡Vas a seguir haciendo lo que yo te diga! ¡El parásito debería controlarte, aunque no lo hace, aun está dentro de ti! ¡No pienso que estropees mi plan de matar a toda la escoria que me molesta!

Los soldados que nos acompañaban, observaban la escena sin comprender nada.

-¡Kevin, vas a morir! Ya es solo cuestión de horas. El parásito completará su ciclo y saldrá de ti. No sé que es lo que habrá fallado, tal vez sea que antes de salir se ha desconectado de tu cerebro. La cuestión es que ya no tiene caso rendirse y decir basta.

-¡Cállate! ¡Estoy hasta los cojones de todo ésto! ¡Eres un puto loco de mierda! ¡Da gracias que los últimos sentimientos de amor los halla tenido hacia a ti!

-¡Qué conmovedor! El gran Kevin, el carnicero de la batalla, quiere mucho a su querido hermanito, y por ello no a podido estrangularlo -dijo descojonandose.

De repente un sonido apagó la voz de "mi hermano". Lo peor fue que el sonido provenía de mi barriga. Sentí como dentro de mí, algo se movía e intentaba salir... a la fuerza.

Los látigos volvieron a salir, los extremos penetraron en mi cuerpo perforando mi piel con nuevos agujeros. Trataban de sacar lo que había dentro de mí. Así fue, después de varios quejidos por mi parte, sangre derramada y vísceras, el parásito salió despedido de mi cuerpo, cayendo a los pies de "mi hermano", tras varios botes. Ahora la expectación de los soldados acompañantes, era máxima.

-¿Pero qué? -"mi hermano" se sorprendió al comprobar que el parásito yacía en el suelo... muerto.

Me apoyé sobre una de mis rodillas, sorprendido por seguir con vida y con metro y medio de intestino fuera. Comencé a escupir sangre, mientras la saboreaba entre mis labios. Las lágrimas fueron intensas, seguidas de sensaciones de cansancio. Mi muerte estaba por venir. "¿Qué coño ha pasado?" escuché decir.

Entonces cuando nadie se lo esperaba uno de los látigos, que el parásito contenía inmóviles en el suelo, atravesó la yugular de "mi hermano". Cayó, desangrándose, al suelo.

Ahora los dos yacíamos en el suelo, agonizantes y a punto de morir...

-...Kevin, nos morimos...

-Michael -recordé su nombre-... te perdono todo lo que has hecho...

Escupí sangre de nuevo.

-...No... tienes porqué... -hizo una pausa, mientras aun seguía desangrándose-... hay una cosa que te borré y no te contado... todo lo que he hecho..., todo lo que he llegado a hacer y a ser... -comenzó a toser-, ...fue idea tuya...

lunes, 6 de octubre de 2008

Un besito

Aun estoy sorprendido con que ésta ilustración me quedara tan decente ^^

domingo, 5 de octubre de 2008

Historia incompleta #31 "Fallo"

-¡Que comience el fin! -exclamó.

Yo no tenía noción alguna de tiempo, así pues no sabría decir ahora, cuanto espacio pasó desde que "mi hermano" se diera cuenta de que el parásito ya me dominaba; hasta aquel instante en el que comenzó ha "amaestrarme", para que hiciera todo lo que pasara por su cabeza.

Yo ni sentía ni padecía, era una sensación extraña, por la que supongo que nadie habría pasado. Estaba ahí, como un sonámbulo, el cual era informado al instante de todo lo que pasaba a su alrededor, pero que sin embargo, no podía mover ni un meñique. Cada vez me sentía más débil, y cansado. El parásito me consumía poco a poco, para él sobrevivir...

Una de las situaciones que recuerdo, en aquellos instantes, es cuando me encontraba en los vestuarios con más soldados. Ellos hablaban de sus cosas y tal. Mi cuerpo actuaba por sí solo conducido por el parásito, pero todo lo que llegaba al cerebro, me llegaba a mí. No sé como explicarlo, simplemente era como si yo estuviera apartado en el basurero del cerebro y todos los deshechos me llegaran una vez usados. Pues bien, los soldados hablaban mientras mi cuerpo se vestía con aquel traje negro, tan característico de los soldados de "mi hermano".

Yo intentaba concentrarme, y tratar de controlar mi cuerpo, pero era inútil. "Él", seguía a su bola.

Me había puesto los pantalones (que eran como de goma pero impenetrables por una bala), bastante cómodos la verdad; me calzó una botas pesadas, también negras; luego la parte de arriba me la cubrió con una coraza, más resistente que el resto del vestuario; y por último, después de ponerme unos guantes, me colocó el extraño casco que todos llevaban. Era bastante sofisticado por dentro. Permitía una visión nocturna (en la que primaba el color verde) y térmica, y también posibilitaba la comunicación vía oral, con otros soldados.

Una vez con aquel uniforme, era imposible reconocerme del resto de soldados.

Uno de ellos, se acercó, una vez que terminó de vestirme.

-Bien, ahora harás todo lo que yo te diga... -era la voz de "mi hermano"-. Tenemos una misión: matar renegados. Al suroeste de aquí hay una granja en ruinas, uno de los Kevin, a dado la voz de alarma en una misión de reconocimiento. Dice que están fuertemente armados y atrincherados; necesita refuerzos. Es una buena oportunidad para probar tú potencial.

Salimos todos en fila del vestuario, y fuimos a parar a una especie de hangar futurista, donde se encontraban aquellos sustitutos de los viejos helicópteros. Nos montamos en uno de ellos y nos alejamos de las instalaciones. Pude comprobar que nos distanciábamos de "Asus City".

No sé cuanto tardamos en sobrevolar el desierto y llegar hasta la granja, solo sé que se oían disparos al llegar.

Bajamos todos del helicóptero, y mi "querido hermano" (oculto tras el traje de soldado) se aproximó a un tipo. Quedé perplejo, al observar que era exactamente igual que yo. Su expresión, su forma de hablar, su voz... todo era exactamente igual.

Aquel clon mío, puso al día a "mi hermano", luego éste último, retrocedió y se dirigió a mí.

-¡Bueno, mi momento de gloria a llegado! Por fin voy a comprobar si soy un genio, ¡ja, ja! ¡Ve ahí y mátalos a todos!

Mientras hacía lo que me dijo en contra de mi voluntad, oí como el clon le preguntaba si se trataba de "el parásito".

Andaba hacia delante, sin pausa, me sentía cual marioneta manejada. Los disparos de los renegados atrincherados en aquella granja, comenzaron a silbar por mis dos extremos. Varios incluso impactaron en mi traje. De repente, mi cuerpo se detuvo. Los renegados dejaron de disparar... Miraban con los ojos exorbitados, buscando una explicación que les hiciera creer el porqué de que un tipo hiciera lo que mi cuerpo estaba realizando: exponerse sin resguardarse, a una muerte segura.

Todo fue muy rápido, no sentí dolor, ni nada por el estilo. De mi cuerpo salieron, como látigos oscuros, que se movían violentamente en todas las direcciones. Un ruido agudo provino de mi barriga. Los renegados comenzaron a disparar contra mí, sin compasión. Los látigos se estiraban como un chicle, llegando a alcanzar varios metros a la redonda. Capturaron a varios renegados que fueron zarandeados en el aire y asfixiados. Así siguió el parásito hasta que casi mató a todos los renegados visibles, a las puertas de la granja.

-¡Entremos! -escuché.

Una vez dentro, los soldados hicieron su trabajo; matar y más matar, a todos los presentes.

Los látigos, más retraídos, se lanzaron rápidamente contra una persona. La levantaron en el aire y comenzaron a asfixiarla. Pero aquel asesinato fue diferente. Comencé a percatarme de que algo iba distinto. Me sentía como viajando hacia delante y hacia detrás, en una constante lucha hacia la liberación. Pude mover mi mano derecha con mi propia voluntad. Algo iba mal...

De repente el renegado se estrelló contra el suelo, y comenzó a toser y a respirar con facilidad de nuevo, al sentir que los látigos ya no le oprimían el cuello.

-¿Pero qué estas haciendo? ¡Acaba con él! -oí detrás mía.

Podía parpadear de nuevo, dejar de inspirar y volver a espirar de nuevo, a mi antojo. Pude mover la mano izquierda, la pierna derecha, al igual que la izquierda. Volvía a tener el control.

-¡No me has oído! ¡Mátalo!

Para sorpresa de "mi hermano", que fue el que me incitaba con aquellas frases de psicópatas, lancé los látigos hacia su cuello y lo elevé en el aire.

Continuará...